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Deportistas anclados en el fallo

Una de las cuestiones más repetidas en las últimas charlas que he compartido con entrenadores ha sido en relación con esos deportistas que ellos califican como “muy buenos”, pero que su rendimiento en competición depende de si las primeras acciones les sale bien o no. Si comienzan con acierto o alguna buena acción, entonces es posible que ese jugador/a entre en estado de flow y dé su máximo nivel ese día; en cambio, si no aciertan en la primera acción o en algunas acciones consecutivas, entran en un bucle de pérdida de confianza, que deriva en una cadena de errores de ejecución técnica y/o táctica, del que no logran sacarle para lo que resta de partido, se quedan anclados en el error.

Lo primero que suelo decir al respecto es que si un jugador es bueno (tiene talento), pero le falla la cabeza como me describen, no podemos decir que sea un “buen jugador”, necesita trabajar la parte mental para poder serlo. Necesita psicología.

Por otro lado, es un ejemplo perfecto para definir el objeto de la Psicología Deportiva, que no es otro que proporcionarnos las herramientas necesarias para permitiéndonos dar nuestro máximo nivel de forma mucha más constante, incluso, ante situaciones adversas o bajo presión.

Por lo tanto, lo primero que habría que conocer es el principal motivo que produce la pérdida de confianza de ese jugador concreto. Las fuentes de ansiedad pueden ser muchas y variadas, así como sus reacciones, por lo que la respuesta requiere de un trabajo y valoración psicológica específica e individual del deportista. Conocer sus valores, su entorno, su funcionamiento personal, sus objetivos y expectativas, etc. y trabajar estos aspectos para escalarlos hasta la cima de la pirámide para el alto rendimiento, esto es, Saber Competir.

Si obviamos la circunstancias personales y nos centramos exclusivamente en las claves psicológicas deportivas, podríamos hablar de la necesidad de trabajar el foco de atención y el refuerzo de automatismos. Lo que le está pasando a ese jugador es que sus pensamientos se quedan en el fallo cometido (pasado) y/o en el miedo de volver a fallar (futuro). Está científicamente probado que el cerebro no puede prestar atención a dos estímulos a la misma vez, así que si estamos pensando en el pasado o en el futuro, no podemos estar en el presente, en qué es lo que tengo que hacer ahora y tendré más probabilidades de volver a fallar en la siguiente acción.

¿La parte buena de esto? Al igual que la parte física, técnica o táctica, esto se puede entrenar y mejorar con psicología: entrenar el foco de atención con técnicas visualización y/o mindfulness, trabajar rutinas y automatismos, la autoconfianza y palabras anclaje. ¿La parte realista? Conocer los porqués es el primer paso, pero aquí no hay magia, el entrenamiento mental necesita esfuerzo, dedicación y constancia para lograr la mejora o el cambio.

¡Hasta la próxima!

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